Tengo una almohada que me sirve de pañuelo,
un lapíz que me sirve para decir lo que ya no puedo.
Tengo recuerdos que no se resignan a perderte,
un millón de besos que no te pude dar,
una cama que es testigo de desvelos.
Pero entre tantas cosas no hallo razones para olvidarte.
Tengo una ventana que me permite ver lo que se fue,
y una puerta dolida por el adiós de tu partida.
Tengo camisas que no me pongo.
Se fue el color.
Tengo también palabras que quieren salir ahora que no estás,
un edredón que ya no da más calor,
y más cosas con las cuales extrañarte.
Tengo facturas que no acabo de pagar;
razones para viajar lejos de aquí,
pero otras tantas para quedarme y esperar.
Tengo tantas ganas de ya no sentir nada,
tengo una cuenta en el banco llena de ceros
con los que no puedo comprar un gramo de olvido.
Tengo una guitarrra que no suena desde que no estas aquí,
canciones a medias sin componer.
Se fue la inspiración.
Tengo un espejo que refleja a un pendejo entre rejas.
Tengo una pintura en blanco en mi habitación
que refleja mi comienzo de locura porque no estás.
El acto mediante el cual el hombre se funda y revela a sí mismo es la poesía. La poesía nos hace tocar lo impalpable y escuchar la marea del silencio cubriendo un paisaje devastado por el insomnio. Cada poema es único. En cada obra late, con mayor o menor grado, toda la poesía. Cada lector busca algo en el poema. Y no es insólito que lo encuentre: Ya lo llevaba dentro. OP.
Nunca desistas de un sueño. Sólo trata de ver las señales que te lleven a él, sólo una cosa vuelve un sueño imposible: el miedo a fracasar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario