Cual hojas que se desprenden de su vida
en otoño tú renunciaste a los sueños
que solo intuías, pero que no eran nuevos.
Por culpa del viento, de las heridas,
cuando estas tenían que ser la fuente
tú las condenaste a ser culpables.
Después lo que queda es arrepentirte,
echarme más culpas encima,
mirar como salvavidas a los demás,
creerte tus engaños disfrazados de lógica,
cuando lo único que haces es mentirte.
Tú le llamas futuro y yo vacío.
Algunas noches entre sueños
reconocerás la farsa, pero será tarde.
Te joderás tanto que creerás que lo mereces
y formarás parte de los sueños rotos
que antes eran la esencia de la risa,
enemigos de la rutina y freno de la prisa.
Cual trivial día que se pierde en el ocaso
desaparecen las ganas, pero no mueres.
Te acostumbras a vivir los días fúnebres,
y ¿eso no es lo más parecido a la muerte, acaso?
Muérete de una vez y mátame después
si hoy caminamos con los mismos pies.
El acto mediante el cual el hombre se funda y revela a sí mismo es la poesía. La poesía nos hace tocar lo impalpable y escuchar la marea del silencio cubriendo un paisaje devastado por el insomnio. Cada poema es único. En cada obra late, con mayor o menor grado, toda la poesía. Cada lector busca algo en el poema. Y no es insólito que lo encuentre: Ya lo llevaba dentro. OP.
Nunca desistas de un sueño. Sólo trata de ver las señales que te lleven a él, sólo una cosa vuelve un sueño imposible: el miedo a fracasar.
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